Las rodillas son articulaciones de bisagra complejas de las que dependemos para la movilidad cotidiana. Permiten movimientos de flexión y extensión que nos ayudan a caminar, correr, agacharnos y sentarnos. Nuestras rodillas están formadas por los huesos de la rótula, el fémur y la tibia, que están conectados por ligamentos y tejidos blandos; una lesión en cualquiera de estas estructuras puede ser dolorosa y limitar nuestra capacidad de movimiento.
Las rodillas pueden doler por muchas razones. Una caída o un giro brusco de la pierna durante la práctica deportiva puede provocar una lesión aguda, como un esguince o una distensión de rodilla. Las rodillas también son propensas a sufrir lesiones por uso excesivo, como la rodilla de corredor. Las lesiones por uso excesivo se producen cuando utilizamos repetidamente las mismas partes del cuerpo una y otra vez, normalmente por sobreentrenamiento. Las articulaciones de la rodilla también son susceptibles de sufrir desgaste degenerativo, como la artritis.
El dolor de rodilla puede afectar negativamente a la calidad de vida, por lo que es importante consultar a un profesional médico, que podrá proporcionar un diagnóstico preciso. Dependiendo de la afección, puede ser recomendable usar una rodillera ortopédica, una rodillera para tendinitis, o una rodillera rotuliana para proporcionar soporte adicional. Si la lesión involucra el menisco, una rodillera para menisco puede ser útil para estabilizar la articulación y facilitar la recuperación. Siga leyendo para saber más sobre cómo encontrar el soporte o la ortesis adecuados para: